México no cuenta con soberanía alimentaria, es un mercado más para la comida chatarra, sin embargo aquí nace la esperanza
El pasado 20 de febrero de 2018 en la ciudad de Mérida Yucatán se llevó a cabo el Foro regional: seguridad y soberanía alimentaria en la península de Yucatán: presente y perspectivas. Fue la actividad pública de cierre del proyecto Slow Yucatán, cuyo objetivo es desarrollar de un sistema de alimentación buena, limpia y justa, basada en el modelo de sostenibilidad del movimiento internacional Slow Food. El Foro Regional buscó elevar la conciencia entre población y tomadores de decisiones sobre la seguridad y soberanía alimentaria, aquí una reseña de la jornada que culminó con la Declaración de Mérida.
Un trago amargo, la alimentación industrializada en México, cuna de la dieta global
El Foro inició con la ponencia “Autosuficiencia, Seguridad y Soberanía alimentaria en México” del Dr. Ricardo J. Salvador, director del programa de alimentación y medio ambiente de la Union of Concerned Scientists. En ella propuso como punto de partida poner en mente los aportes alimentarios de México al mundo: amaranto, aguacate, cacahuate, calabacita, chía, chile, frijoles, guayaba, jícama, maíz, papaya, pitahaya, tomates, tomatillo, vainilla, además de cultivos de uso industrial como el maguey, tabaco, henequén, entre los más destacados.
Explicó que México en las últimas tres décadas ha transitado de ser la cuna de la dieta mundial y un cuerno de la abundancia agrícola y gastronómica a un mercado más para los alimentos industrializados. México produce alimentos que se exportan (aguacate, carne de res, tomate, pepino, mango, arándanos y carne de pollo) colocándolo en tercer lugar de Latinoamérica después de Brasil y Argentina y también es tercer lugar del continente en producción de alimentos procesados, después de Estados Unidos y Brasil. En este contexto, en territorio mexicano operan grandes empresas, nacionales y extranjeras, que invierten fuertes cantidades de dinero y consumen recursos para fabricarlos y comercializarlos.
Ricardo citó la tasa de hambruna consignada por el INEGI-ENIGH 2016, que alcanzó el 12% (hogares que se quedan sin comida durante un día o más), recordando que también hay temor de quedarse sin comida por lo menos un cuarto del año en 42.4% de los hogares. La anterior situación se debe a la pérdida de autosuficiencia y autodeterminación alimentaria que ha vivido México en los últimos años, donde nos han vendido una ficción que dice que estamos eligiendo libremente cómo alimentarnos; pero que en la realidad el mercado da pocas opciones y en muchos casos el proceso de industrialización de alimentos desplaza y/o destruye a los sistemas alimentarios regionales y autóctonos.
El sistema complejo que beneficia a pocos y enferma a muchos
Ricardo invitó a reflexionar sobre el hecho que el planeta se alimenta todos los días y es sostenido por un sistema complejo que no necesariamente es coherente ni justo/equitativo, ya que busca la ganancia de unas cuantas empresas que se extienden globalmente, donde los seres humanos somos vistos como servidores de la economía, alimentando su crecimiento. Recordó que la economía existe para servir al ser humano y no al revés, y lo mismo pasa con la tecnología, la cual debe facilitar nuestros propósitos, y no determinar nuestros propósitos. Cada vez que consumimos un alimento industrializado nos convertimos en cómplices o presas del sistema que basa su funcionamiento en la conveniencia (conviene porque está cerca, es rápido, quita el hambre, entre otros rasgos).
El sistema ha generado en muy pocos años de funcionamiento desplazamiento y despojo de pueblos y culturas, además de la contaminación ambiental; aunque en los discursos se dice que el sistema nos nutre y apoya para lograr el bienestar físico. En su lugar genera: sobrepeso, obesidad, hipertensión, diabetes enfermedades cardiovasculares, cánceres del sistema digestivo.
Propuestas concretas para reconstruir la seguridad alimentaria
Ante este negro panorama Ricardo expuso algunas propuestas. Señaló como urgente que los organismos gubernamentales deben dedicarse a beneficiar directamente a sus ciudadanos, no tratarlos como ciudadanos de segunda mano, evitando centrar sus esfuerzos en el lucro. Apoyar a mercados regionales que apoyan directamente a todos los productores que surten y abastecen a dicha región, reduciendo intermediarios y distribuyendo más equitativamente la ganancia para todos. El horizonte a seguir sería la salud y el bienestar público, con alimentos sanos que impulsan las salud pública y el porvenir, se ahorrarían vidas y gastos para atender enfermedades prevenibles ligadas a la alimentación.
También hizo hincapié en un matiz relacionado a los alimentos y a quienes los producen: “los alimentos tradicionales para todas las personas tienen que ubicarse en un contexto de renacimiento cultural, contrario a la explotación de quienes producen los alimentos. Si un pueblo productor de alimentos tradicionales vive en bienestar sería indicador de un sistema alimentario sano”.
Ricardo J. Salvador cerró con una poderosa invitación a los asistentes al Foro Regional: “al momento México no cuenta con soberanía alimentaria, es un mercado más para la comida chatarra. Sin embargo aquí nace la esperanza, existen muchas posibilidades más destacadas, más brillantes para el país, y estas pueden arrancar con grupos como este, con grupos empeñados a volcar la mitología del progreso tecnológico en el sistema alimentario para reemplazarlo con un sistema bueno, limpio y justo”.
El maíz, el alma nacional
Siguió el turno a la conferencia magistral “Maíces nativos: su importancia para la seguridad y la soberanía alimentaria, situación ante OGM´s e impactos del TLCAN”, de Adelita San Vicente Tello, Directora de la Fundación Semillas de Vida, A.C. Inició recordando el hecho que por 10,000 años el conocimiento acumulado sobre el uso y aprovechamiento de las semillas fue libre, y desde apenas hace 78 años se ha convertido en una mercancía bajo la influencia de la revolución verde y la biotecnología moderna.
Adelita ubicó la importancia del territorio que ahora ocupa México y Centroamérica, ya que es uno de los ocho centros de origen de las especies cultivadas en el mundo según Vavilov. En estos territorios la agricultura es parte fundamental de la cosmovisión desde tiempos inmemoriales. Hoy se refleja en que una de cada siete plantas domesticadas que se consumen en el mundo, tiene origen mesoamericano. En México especialmente, el maíz fue una planta domesticada y cuidada desde el teocintle hasta las diferentes razas de maíz que conocemos en la actualidad (dentados tropicales, cónicos, sierra de Chihuahua). El maíz fue y es parte de la cultura, cuyo cuidado ha permitido a muchos pueblos sobrevivir en épocas golpeadas por el cambio climático, ya que se ha adaptado a una gran diversidad de climas, temperaturas, alturas y suelos.
De esta forma el maíz es hoy la base del sistema alimentario mexicano, somos centro de diversidad de formas de uso con unos 600 platillos a base de maíz, que representan unos 350 gramos de ingesta per cápita diaria que aportan 37% de proteínas y 55% de energía. Su nixtamalización permitió su permanencia, ya que este proceso permite conservar la mayor parte de sus beneficios, aumenta el volumen y permite su maleabilidad para múltiples preparaciones, apuntó Adelita.
Maíz bueno para todo, pero no para todos
Abundando en datos actuales, Adelita recordó que a nivel mundial el maíz es el cultivo más importante por volumen de producción. A la cabeza de toneladas producidas va Estados Unidos, China, Brasil, Unión Europea, entre otras naciones. Sin embargo los usos que se le dan no son necesariamente alimenticios como en la realidad mesoamericana. Al día de hoy se consumen cerca de siete mil productos que contienen derivados químicos del maíz (glucosa, almidón, dextrosa, alta fructuosa).
Lo anterior ha derivado en una disputa por el conocimiento ancestral, donde las empresas apoyadas en gobiernos locales buscan apropiarse de los bienes comunes a través de la biotecnología moderna y la revolución verde, usando la tecnología, la regulación y la política a favor de sus intereses. Este panorama incluye especialmente los riesgos que se corren con los Organismos Genéticamente Modificados o Transgénicos, los cuales patentan sus modificaciones y despojan a millones de personas de los bienes comunes y generan relaciones de dependencia a mercancías tecnológicas para los cultivos.
Adelita pidió considerar las evidencias de lo anterior, observando el repunte del modelo industrial de la producción de alimentos, donde unas cuantas empresas se hacen cargo de todo el proceso, desde las semillas hasta la comercialización de alimentos, rompiendo cifras de ganancias y producción, pero sin abatir la hambruna ni el desperdicio, quedándose con jugosas ganancias. Empresas como Monsanto, Cargill, Bayer, Dow Agrosciences, Dupont, Pioneer, General Foods están controlando el sistema a través de agresivas fusiones comerciales y políticas de control e introducción de semillas y productos agroquímicos, desplazan a los saberes tradicionales y atentan contra los bienes comunes ligados a la agricultura.
TLCAN: donde los bienes sagrados se convierten en mercancías
Adelita refirió el año 1982 como el inicio de la política neoliberal en México. Desde ese año se ha vivido un proceso acelerado de adelgazamiento del Estado mexicano, desruralización, desmantelamiento de industrias nacionales y avasallamiento de la soberanía alimentaria. El gran hito fue el Tratado de Libre Comercio de América del Norte(TLCAN), que abrió, desreguló y dio privilegios a la inversión extranjera afectando directamente al campo mexicano. En concreto, el maíz y el frijol fueron incluidos en el TLCAN, pasando de ser cultivos sagrados a mercancías sujetas a los vaivenes del libre mercado.
A 24 años de su entrada en vigor el TLCAN ha dejado su marca en la población mexicana, con una elevada propensión al sobrepeso, obesidad y a enfermedades relacionadas. En el campo mexicano se dejó de producir ante el avasallamiento de productos baratos de importación, esto hizo subir los precios de los alimentos al consumidor y paralelamente aumentó el consumo de comida chatarra. Al día de hoy México importa 40% de los alimentos que se consumen en el país. Desde entonces en México el negocio de producción de alimentos se convirtió en asunto de estado y de gobierno, por eso diez grandes empresas que controlan la producción industrial de alimentos están íntimamente ligadas a empresarios que asumieron puestos en el gobierno o que son muy allegados a los programas de subsidio al campo, lo cual ha generado un ejercicio faccioso del presupuesto que deja en el abandono a la pequeña producción de alimentos, remató Adelita.
La resistencia de la pequeña agricultura, el futuro del planeta.
Ante la situación Adelita propuso valorar los beneficios que tiene la pequeña agricultura o agricultura a pequeña escala: produce 39% de los alimentos básicos (principalmente maíz, frijol y frutas), genera 63.4% del empleo agropecuario, es abastecedora de las cadenas agroindustriales (cerveza, tabaco, azúcar) y resguarda la agrobiodiversidad. Este tipo de agricultura garantiza una alimentación sana basada en la diversidad de cultivos, tiende a la sustentabilidad y resiliencia ante el cambio climático, efectiva como estrategia para la seguridad y soberanía alimentaria, es generadora de diversidad biocultural, asegurando alimentación propia y con identidad para el futuro. Los datos que fundamentan lo anterior marcan que 45% de la producción nacional está sustentada en un 78% de tierras de temporal que usan semillas nativas.
Por último Adelita recordó la Demanda Colectiva Maíz, la cual fue interpuesta contra el gobierno mexicano y empresas de agroquímicos y semillas, al encontrase evidencia científica de contaminación transgénica de maíces nativos. Al día de hoy existe una suspensión provisional de permisos de siembra al ambiente de maíz transgénico en todo el país en fase comercial y piloto. Sin embargo es necesaria la presión social, la toma de conciencia y la búsqueda de personas aliadas que coloquen el tema en la discusión pública, ya que los maíces nativos corren graves riesgos de contaminación ante el hambre de lucro por parte de las empresas y el gobierno mexicano.
Milpa Break
Para hacer una pausa saludable y sabrosa, se contó con un Milpa Break brindado por la licenciatura de Gastronomía de la Universidad de Oriente de Valladolid Yucatán. Entre los ingredientes se contó con los Baluartes Slow Food de la península de Yucatán: cerdo pelón mexicano, miel de abeja melipona xunan kaab y pepitas de calabaza. También se incluyeron otros productos locales que fueron localizados por los estudiantes en comunidades mayas del oriente del estado de Yucatán. Se pudo degustar café de tortilla tatemada, agua de jamaica, tamal de maíz tierno, brocheta de cerdo pelón, galletas de pepita de calabaza, entre otras delicias.
Las abejas de la península, indicadoras de un medio ambiente sano
Regresando a la jornada del Foro siguió el turno del Dr. Eduardo Batllori Sampedro, Secretario de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente del estado de Yucatán con la ponencia «Determinación de zonas apícolas en el estado de Yucatán para promover la transición a la producción orgánica». Expuso que mediante un diagnóstico de la apicultura el Plan Estatal de Desarrollo identificó que a pesar de su importancia ambiental y económica, esta presenta problemas relacionados con el incremento de los costos de producción, baja productividad por colmena, ineficiente organización de los productores, bajo valor agregado y aprovechamiento de nuevos mercados, reducción de áreas apropiadas para la producción y contaminación del producto por el uso de plaguicidas y el riesgo que implican los cultivos genéticamente modificados.
La situación se agrava con la pérdida de extensas áreas de vegetación, debido principalmente al incremento de la superficie para la ganadería bovina extensiva y de prácticas agrícolas de carácter comercial. Se sufre pérdida de la biodiversidad de la vegetación natural, la secundaria y la presente en la milpa, cultivo tradicional de la región. Asimismo, las nuevas actividades alteran las características del suelo, por la compactación ocasionada por el ganado bovino y por la presencia de herbicidas e insecticidas en los cultivos agrícolas. Lo anterior restringe cada día más la disponibilidad de recursos alimenticios para las abejas y de terrenos para ubicar los apiarios, ejerciendo un fuerte impacto sobre la actividad apícola en su conjunto.
El Plan Estatal de Desarrollo 2012-2018 estableció tres estrategias relacionadas a la apicultura: 1) promover la certificación de la calidad de la miel, para fortalecer su inocuidad y calidad que demanda el mercado; 2) impulsar el desarrollo de la agricultura orgánica para la conservación y mejoramiento del suelo y agua e incrementar el valor agregado de la producción; 3) fortalecer las cadenas de valor de los productos agroalimentarios líderes en el estado bajo el esquema de sistemas producto para asegurar mayores ingresos a toda la cadena productiva.
Eduardo expuso detalladamente varias herramientas metodológicas que apoyaron este proceso, por ejemplo el Ordenamiento Ecológico del Territorio del estado de Yucatán, la identificación de los riesgos que implicaba la introducción de cultivos de Organismos Genéticamente Modificados y el reconocimiento de la apicultura y meliponicultura como actividad económica ligada íntimamente a la identidad maya. Lo cual llevó a que a publicar en el Diario Oficial el Decreto 418/2016 por el que se declara al estado de Yucatán como zona libre de cultivos agrícolas con Organismos Genéticamente Modificados.
La importancia social y económica de la miel
Eduardo comentó que el Decreto 418/2016 puso en la mesa de negociación el hecho incontrovertible de que la apicultura y meliponicultura aportan 80% de la polinización de plantas y cultivos, que son afectadas por los pesticidas, que Yucatán produce más de 8,000 toneladas anuales y exporta 90% de la producción a Europa. Lo que representa el sustento para aproximadamente 2000 unidades productivas al representar $280 millones de pesos, considerando el precio del kilogramo en $35 pesos. Para apoyar esta actividad se han identificado 900 especies de plantas vasculares que ayudan a las abejas (se está trabajando en especial sobre 71 de ellas), esta gran diversidad se ve reflejada en los tipos de miel que al día de hoy ascienden a 18, de acuerdo a su origen botánico y clasificación unifloral/multifloral.
Para finalizar Eduardo Batllori expuso la Zonificación Apícola (Decreto 537/2017) que contempla el impulso de la producción de la miel orgánica y su certificación del origen botánico. La zonificación incluye poco más de 3 millones de hectáreas en donde hay subzonas caracterizadas por los servicios ambientales que brindan, además de delinear las atribuciones que deben tener la Secretaría de Desarrollo Rural, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente y la Secretaría de Investigación, innovación y Educación Superior; todo en términos de garantizar una producción de calidad, ambientalmente responsable y socialmente oportuna.
Slow Food, Slow México, Slow Yucatán
Para finalizar las Conferencia magistrales se contó con la ponencia «Slow Food en México: una propuesta para la seguridad y la soberanía alimentaria» del Maestro Alfonso S. Rocha Robles, Consejero Internacional Slow Food para México y Centroamérica. Abordó la experiencia que tuvo desde su función de voluntario, líder de grupo local, consejero internacional y director de la oficina operativa de Slow Food en México.
Alfonso relató su experiencia investigando en torno al maíz azul, el pulque y el tlachique de la comunidad nahua de San Mateo Ozolco, enclavada en al Sierra Nevada del estado de Puebla. Lo que le llevó a poner en acción proyectos concretos que buscaron darle valor a estos alimentos en un contexto transnacional más amplio, debido a la diáspora ozolqueña radicada en Filadelfia, Estados Unidos de América. En ese camino fue cuando conoció a la red y movimiento Slow Food, que tuvo su Congreso Internacional en Puebla en el año 2007, desde entonces el que hacer de Alfonso cambió para poder fortalecer a la red en México.
Alfonso explicó que el contexto global en que se mueve Slow Food es de la industrialización de la alimentación, con muchos efectos perversos, ante los cuales la red plantea programas específicos como Arca del Gusto, Baluartes, Alianza de Cociner@s, Comunidades del Alimento, entre otros, todos con el firme propósito de ser la red global con la misión de poner a disposición de todas las personas alimentos Buenos, Limpios y Justos.
En este contexto Alfonso abordó rápidamente la presencia de Slow Food en Yucatán, siendo el grupo local organizado en torno al Mercado de la Tierra de Mérida el más numeroso de personas afiliadas a la red mexicana, con tres Baluartes (cerdo pelón mexicano, pepita de calabaza y miel de abeja melipona xunankaab) y con miras a seguir creciendo reconociendo la diversidad alimentaria de la cultura maya yucateca.
Declaración de Mérida
Por la tarde el Foro tuvo cuatro mesas de trabajo, donde en grupos se pudieron trabajar las siguientes temáticas: semillas y suelos, infancia y alimentación, sistemas de alimentos tradicionales-sustentables y redes de intercambio y políticas públicas. Una vez terminado el trabajo en mesas se procedió a tener una plenaria donde se presentaron los resultados, lo cual dio forma a la Declaración de Mérida.
En este vínculo se puede consultar la Declaración y las ponencias de la conferencias magistrales. Cabe mencionar que la Declaración de Mérida, es la síntesis de las reflexiones y las propuestas de las personas asistentes al Foro, quienes fieles a la diversidad de la península de Yucatán provinieron de escuelas, universidades, centros de investigación, organizaciones sociales y culturales, programas de gobierno, empresas ambientalmente responsables, iniciativas de alimentación sana, entre otras.
El Foro regional: seguridad y soberanía alimentaria en la península de Yucatán: presente y perspectivas fue posible a la generosa colaboración de Universidad Autónoma de Yucatán, Fundación Semillas de Vida, A.C., Union of Concerned Scientists, Seduma Yucatán, Universidad de Oriente.
Evento posible gracias al apoyo de W.K. Kellogg Foundation.
Para mayor información contactar la Oficina de Medios de Slow Food México
medios@slowfood.mx
Twitter: @SlowFoodMex
Facebook: Slow Food México
Slow Food involucra a millones de personas dedicadas y apasionadas de alimentos Buenos, Limpios y Justos. Incluyendo chefs, cocineras tradicionales, jóvenes, activistas, agricultores, pescadores, expertos y académicos en 160 países; una red con 100,000 socios de Slow Food vinculados con 1,500 grupos locales (Convivium) a nivel mundial, contribuyen a través de una afiliación a Slow Food, además de organizar eventos y campañas; además de vincularse con más 2,400 Comunidades de Alimento Terra Madre que practican la producción de alimentos sustentable y de calidad a pequeña escala.